Aquest
bloc que escric, que alguns lleguiu, segueix i evoluciona -com no podria ser
de cap altra manera, al igual que jo mateixa. Per aquest motiu començo a
penjar també alguns articles i pensaments relacionats o no directament amb
l'educació emocional i -mirant més enllà, que ja sabeu és la meva constant
insistència- i en la vinculació d'aquesta amb altres temes com ara: l'actitud de les persones, viure l'aquí i l'ara,
la importància de la consciència i el treball inalterable i ininterromput del
subconscient, la programació neurolingüística,la física quàntica...
Avui
us penjo una entrevista que li van fer a en Eckhart;
investigador i supervisor en la Universitat de Cambridge qui va experimentar una
profunda transformació espiritual que va canviar la seva vida. Espero que el
conte introductori i les seves paraules us ajudin a reflexionar sobre la nostra
pròpia vida i essència personal; fàcil de dir i difícil d’aconseguir –no ens
enganyarem.
Us deixo amb l’entrevista i un sol tema per a
reflexionar: la il·luminació, un despertar personal:
Eckhart Tolle, un hombre de
aspecto endeble no parece responder a la imagen del clásico gurú ; y tiene muy
claro que ése no es el lugar que desea ocupar: "no tengo nada para darte;
busca en tu interior" -dice .
Y ése es el desafío que propone, acceder a un conocimiento interno, que no
pertenece al orden de la mente, que reside en un lugar no determinado y que
será un descubrimiento personal; eso sí, Eckhart nos señaliza un poco el camino
de un modo casi provocativo: "no eres lo que piensas, deja de
identificarte con la mente".
Entre sus libros cabe destacar "El Poder del Ahora" que le deparó innumerables lectores en todo el mundo y "El silencio habla", extraño i entrañable libro donde las palabras parecen susurrar desde el fondo de un profundo estado meditativo.
Lo que sigue es una entrevista en la que habla acerca de los obstáculos para la iluminación o lo que podríamos llamar "las trampas de la mente".
Pregunta: ¿Qué es la Iluminación?
Echart Tolle: Un mendigo había estado sentado a la orilla de un camino durante más de 30 años. Un día pasó por allí un extraño. "¿Tienes algunas monedas?", murmuró el mendigo, estirando mecánicamente el brazo con su vieja gorra. "No tengo nada que darte", respondió el extraño. Y luego preguntó, "¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?". "Nada", replicó el mendigo, "sólo una caja vieja. He estado sentado sobre ella desde que tengo memoria". "¿Alguna vez has mirado en su interior?", preguntó el extraño. "No", respondió el mendigo, "¿Para qué? No hay nada adentro". "Echa una ojeada", insistió el extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su asombro, incredulidad y euforia, descubrió que la caja estaba llena de oro.
Yo soy ese extraño que no tiene nada para darte y que te dice que mires en tu interior. No dentro de alguna caja -como en la parábola- sino en un lugar aún más cercano: dentro de ti mismo. "Pero no soy un mendigo", te puedo oír decir.
Aquellos que no han descubierto su verdadera riqueza -la brillante joya del Ser y la profunda e inalterable paz que se encuentra en ese lugar-, son mendigos, aún cuando tengan gran riqueza material. Buscan externamente desechos de placer o plenitud -para la validación, la seguridad o el amor-, mientras en su interior tienen un tesoro que no sólo incluye todas esas cosas, sino que es infinitamente más grande que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer.
La palabra "iluminación" evoca la idea de algún logro sobrehumano, y al ego le gusta verlo así; sin embargo, se trata simplemente de tu estado natural sentido de unión con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, eres tú en esencia y que, sin embargo, es mucho más grande que tú. Es el encuentro de tu verdadera naturaleza, más allá de nombres y formas. La incapacidad de encontrar esta conexión da origen a la ilusión de separación de ti mismo y del mundo que te rodea. Te percibes entonces a ti mismo, consciente o inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el temor, y el conflicto -interno y externo- se vuelve habitual.
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